Después (2012) segunda novela de Rosamund Lupton.
Ver un mundo en un grano de arena, El cielo en una flor silvestre, Abarcar el infinito en la palma de tu mano Y la eternidad en una hora. Augurios de inocencia, WILLIAM BLAKE
AUTORA.
ROSAMUND LUPTON, estudió Literatura Inglesa en la Uuniversidad de Cambridge. Después de varios trabajos, normalmente relacionados con la literatura, se pasó al mundo de la televisión redactando guiones. Hermana es su primera novela y le ha dado la fama en su país y en muchos otros donde se ha publicado, llegando a compararla con algunas de las más grandes escritoras del género como Ruth Rendell…
Después es su segunda novela, que nos ofrece una lectura adictiva, muy emotiva, una experiencia novedosa que se resuelve con acierto y que nos dejará con un buen sabor de boca.
SINOPSIS.
Un día perfecto, un crimen terrible. En una tarde tranquila, Grace advierte que la escuela donde estudia su hijo Adam, de ocho años, y donde trabaja su hija Jenny, de diecisiete, está ardiendo. Sin pensarlo dos veces, irrumpe en el edificio en llamas para salvarlos.
En el hospital, Grace descubre que el incendio fue provocado y que si hija Jenny todavía está en peligro. A pesar de la gravedad de sus heridas, Grace sabe que tiene que descubrir al culpable y hará cuanto sea necesario para salvar a su familia.
OPINIÓN.
Rosamund Lupton con este segundo libro se supera a sí misma, creando otra vez un libro absorbente, más emotivo (si cabe) que Hermana, e igual de sorprendente y original.
Si me gustó su primer libro este segundo me ha encantado y emocionado y otra vez me ha sorprendido (y eso que creía que ya le “había pillado el truco” y creía que iba por buen camino con mis elucubraciones sobre) el desenlace.
El único “pero” es que no tiene más libros traducidos al castellano.
FRASES:
«Las palabras son el oxígeno hablado entre nosotros; el aire que un matrimonio respira»,
«Ya no estaba buscando a mi marido, sino al padre de Adam. Nuestra identidad como padres siempre terminaba usurpando la del marido o la esposa.»
«Me decía… “todo había ido bien, mamá”. Pero siempre llevaban ansiedad en el bolsillo del uniforme, un problema en la manga, miedo escondido bajo el jersey. Una tenía que esperar pacientemente a que se vaciara el bolsillo mientras conducía de vuelta a casa; o el problema arrugado aparecía mientras hacíamos juntos los deberes; y el miedo se atrevía a salir de debajo del jersey mientras mirábamos la tele, en el sofá. Había que esperar a la hora del baño para descubrir si había pasado algo realmente serio; supongo que para entonces, ya no les quedaba ningún otro sitio donde esconderlo.»
«Vas a ponerte bien —le digo. Una mentira, pura y dura. Descarada. Un engaño. Un chal tejido de insinceridad en el que una madre envuelve a su hija.»
«Lo que se quemó fue un edificio, no la escuela. Los profesores, los niños, el espíritu, los padres son los que construyen una escuela.»
«Esa escuela cálida y amable se endureció hasta convertirse en una amalgama de rígidas reglas y jerarquías, preocupada por el uniforme y no por el niño que lo llevaba.»
«Nos queremos, lo sé bien. No con el amor joven e intensamente perfecto que sentimos una vez, pero con algo más fuerte y perdurable. Nuestro amor ha envejecido a nuestro lado; es menos hermoso, sí, pero tiene más fuerza y es más robusto. Es amor casado, que se construye para durar.»
«Ya le había pasado algo horrible, ya está, no volvería a sucederle nada. Ni una tragedia más. Como si las cosas terribles, y perder a la gente que uno quiere, se distribuyan equitativamente.»
«Siento terriblemente su ausencia. ¿Existe ese momento en la vida de todos los padres? El instante en que comprendes que tu hijo ha madurado más allá de tu comprensión y tu conocimiento de ellos.»
«No son los padres que empujan a sus polluelos lejos del nido, cuando ya tienen que aprender a volar; los expulsados son los padres, que tienen que huir a toda prisa del cómodo nido familiar, empujados por su vástago adolescente. Somos nosotros los que nos vemos obligados a independizarnos de ellos, y nos aplastamos contra el suelo si no logramos aprender a volar solos.»
«Igual que ya no puedo tomarla en mis brazos y llevarla como cuando era pequeña, ahora tampoco puedo abarcar todo su ser.»
«Y no lamento mis decisiones, incluso las cosas que dejé de elegir.»