Mi madre me enseño a besar los vasos de leche al terminarlos mientras me decía: “¡Campeona!, todas las mañanas.
No sé como consiguió enseñarme dos de las lecciones más importantes de mi vida de forma tan fácil.
No sé si te lo he dicho:
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta
donde poder querernos. Begoña Abad