Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro… cuántas veces lo he escuchado.
Cuando yo era niño siempre nos decían: en la vida tienes que tener hijos, plantar un árbol y escribir un libro. La vida me dio una mujer con la que tuve cuatro hijos y como no sabía escribir un libro, planté un montón de árboles.
Cada vez que lo pienso, me emociono. Conozco el dueño de estas palabras, y sin duda confirman lo que yo siempre he sentido hacia él, respecto y admiración por esa capacidad de adaptación hacia la vida.
En la época que él nació no se vivía, sólo se sobrevivía. El nacer en segundo lugar y la economía de su casa, permitió estudiar sólo a su hermano mayor. Desde ese momento, lo que la vida le negó (aprender a escribir un libro), lo superó con creces con su actitud.
Y me emociono al pensar que esa actitud de superar obstáculos, forma parte de los genes de mi hijo.