
La risa de las mujeres prende fuego
los Salones de la Injusticia,
y arden las falsas evidencias
a la luz de una hermosa claridad.
Sacude las Cámaras del Congreso
y a la fuerza abre bien las ventanas
para sacar volando los discursos fatuos.
La risa de las mujeres les desempaña
los anteojos a los viejos;
los contagia de una gripe feliz
y ellos se ríen como si volvieran a ser jóvenes.
Los presos de las celdas subterráneas
se imaginan que ven la luz del día
cuando se acuerdan de la risa de las mujeres.
Corre en la divisoria de agua
y reconcilia dos riberas hostiles,
como bengala que porta buenas nuevas.
Qué idioma, la risa de las mujeres,
ambicioso y subversivo.
Mucho antes de las escrituras y de la ley
ya oíamos la risa, entendíamos la libertad.